Varias vidas

Cuando te conté sobre mi idea de vivir varias vidas en una, seguramente habré hablado muy rápido o muy insuficiente. Me refería a mi gusto por vivir distintas etapas, sin aferrarse a una u otra, sin quedarse en el pasado, logrando moverse de un sitio a otro sin apegos; te quedó claro días después mientras lo platicamos de nuevo enredados entre tus cobijas; ahí me dijiste que de ser así, habías ya vivido varias, y que querías vivir una última a mi lado. Yo no estaba segura si sería mi última también, pero estaba certera de que estaba dispuesta a intentarlo.

Y nombramos lo que fue apareciendo en nuestras ideas, y fechamos los días venideros, y nos entregamos sin tomar precauciones. Y también hablamos, y mucho, de todo, con risas y lágrimas, con besos también.

Y la vivimos, y me fui como llegué, sin imaginarlo, sin pensarlo tanto, sin querer.

Podrás pensar que una vida no se vive en menos de 3 meses, pero yo aprendí que el tiempo es lo de menos cuando el amor te lleva en tren a toda velocidad, pasa por los más maravillosos paisajes, hace pausas breve y de repente se descarrila y los pasajeros pierden la vida.


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