Las dunas

Esa noche en la que no veía ni entendía nada, una luz tenue y madrugadora se coló por su ventana, sabía con quien estaba aunque no entendía la razón, y sin buscar muchas respuestas, pero eso no le importaba a la tramposa luz que me mostró un desierto alojado en su espalda.

Yo ya había estado en un lugar de esos pero de día y vestida, esta sensación de sentir las dunas de noche era otra cosa. Recuerdo que el desierto de día era caluroso e inmenso, éste lo era aun mas, pero no dejaba ninguna sensación de sed o sequedad, era un juego perfecto entre las sombras que formaban las dunas, era un desierto libre en el que podías enterrar el cuerpo entero con el riesgo total de asfixiarte con cada uno de sus granos de arena, era un desierto peligroso que podía hundirte en su inmensidad, dejarte caer al vacío.

No volví a caminar por ese desierto, pero tampoco olvide las hermosas sombras de las dunas reflejadas en su espalda desnuda.

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