Esculturas nocturnas
No fui agraciada con algún don artístico, fui zurda y aprendí a
escribir lo suficientemente claro como para vivir de eso, pero me hubiera
gustado saber pintar, o aun mejor, saber esculpir, de esa forma, aprovecharía
este momento en el que duermes para usarte como referencia para crear una obra
de arte de impresionante belleza.
Pero el mérito no sería de la artista, sino de la obra misma,
por su exactitud en tamaño y forma, por sus contrastes y sus sombras, por la
perfección que solo Dios puede darle a un ser humano. Ese es el mismo Dios que
me ha dado a mi la fortuna de observar a detalle los trazos que se conjuntan
para formar tu silueta, tus detalles, curvaturas e intersecciones perfectas,
ese es el Dios que me quiere porque me regala otra noche con la obra maestra,
para observarla con la luz tenue del cielo que entra por la ventana, y poder
darle gracias por prestármela de nuevo.
Comentarios